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El contexto energético internacional: un punto de partida para el diseño de la política energética nacional

El contexto energético internacional: un punto de partida para el diseño de la política energética nacional

A nivel mundial no existe un modelo energético único, incluso ni en la generación de electricidad, todos varían dependiendo de la disponibilidad de las diversas fuentes

 

Columna Mayor participación de Rosío Vargas

 

Hoy día, más que nunca, es necesario elaborar análisis que vayan más allá de las narrativas ideológico -valorativas en materia de energía y de los esquemas dicotómicos entre los “pro-fósiles” y los que están en favor de la “sustentabilidad”, que no permiten llegar a verdaderas soluciones para resolver los problemas en materia energética. Es por ello que proponemos acudir a los datos duros de la industria energética a nivel mundial a partir de las fuentes más confiables como son la Agencia Internacional de Energía, la Agencia de Energía de los EUA (EIA/DOE), y las estadísticas de corporaciones trasnacionales como BP y Exxon Mobil en sus proyecciones al 2040 a fin de tomar la foto de la situación energética mundial.

La matriz energética mundial en el 2019:

A partir del análisis de la situación energética en el mundo y particularmente en los EUA, observamos  la mayor participación de las energías fósiles en el balance mundial para el 2019 (84.3%) en el consumo primario de energía. En contraste  las energías renovables contribuyen con el 5% del total, si bien con la mayor tasa de crecimiento sobrepasando a la energía nuclear (4.3%), mientras  la hidroelectricidad contribuyó con un  6% del total.

Si bien en el tiempo se observa una reducción gradual del consumo de las energías fósiles en la oferta total al 2040, su primacía se mantiene, de acuerdo con la empresa Exxon-Móbil. Dentro de estas destaca el crecimiento de la  participación del gas natural. Esto es relevante ya que es considerado un combustible de transición.

Desde la óptica de los sectores de consumo destaca la mayoritaria participación del petróleo para satisfacer las necesidades del transporte, en tanto que los otros sectores como el industrial, tienen un mix de combustibles más diversificado, sin embargo, para el sector eléctrico es el carbón quien domina una tercera parte de la generación. El gran desafío es que en el sector del transporte sigue siendo el talón de Aquiles para el consumo mundial de energía en la medida en que no hay un sustituto perfecto para las gasolinas, aun cuando los autos eléctricos serán una alternativa  en dicho sector, pero sin rebasar el consumo de gasolinas, por ello la construcción de refinerías seguirá en los proyectos de países del Medio Oriente que cuenta con la materia prima para los refinados para colocarlos en crecientes mercados como el asiático.

El sector eléctrico, visto en su oferta por regiones geográficas, nos permite ver diferencias importantes en torno a la participación de los combustibles en la generación de electricidad destacando el gas natural en América del Norte y el Medio Oriente; la hidro en la generación de Sudamérica y; el carbón en la región de Asia Pacífico. En una perspectiva histórica mundial de 1973 a 2018 es notable la cuasi desaparición del petróleo, para la generación eléctrica y, la creciente contribución del gas natural y la energía nuclear para este propósito.

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Lo anterior pone en evidencia la importancia actual y futura (2040) de la participación de las energías fósiles en la matriz energética mundial, pese a los deseos en contra dada la problemática del cambio climático. Por ello no es extraño que una situación semejante caracterice al sector energético mexicano aun cuando los medios hagan ver como si fuera una situación anómala, diferente a lo que ocurre en el resto del mundo. Cuando en realidad el país se esfuerza por un desarrollo más sustentable en su sector energético.

A nivel mundial no existe un modelo energético único, incluso ni en la generación de electricidad, todos varían dependiendo de la disponibilidad de las diversas fuentes. Para el 2040 cada país diseña su balance energético de acuerdo con su dotación de recursos, costos, tecnología y opciones de política energética. Por ello vemos que combustibles como el carbón y, sobre todo el gas natural, seguirán siendo parte de los combustibles utilizados.

Actualmente la transición energética es guiada por los objetivos de la  descarbonización y la innovación tecnológica. Sin embargo, son claras las restricciones para desplazar a las energías fósiles por lo cual la transición deberá  trazar opciones paralelas para poder reducir los gases efecto invernadero, un caso emblemático es Alemania que no ha podido cerrar sus centrales carboeléctricas.

La transición energética tendrá que estar acompañada por los combustibles fósiles pues resulta virtualmente imposible sustituirlas en su totalidad a partir de energías renovables (eólica y solar) para cubrir el aumento de la demanda anual. De hacerlo, esto obligaría tener que agregar cada año 30 Exajoules a partir únicamente de fuentes renovables, situación que está fuera de la realidad, a la luz del hecho de que la capacidad total de renovables alcanzada en el mundo en 2019 fue de 28 Exajoules, cifra lograda desde que se iniciara su aprovechamiento hace más de 30 años. Como se muestra en la gráfica de la evolución del consumo mundial de energía.

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